Cuando hablamos sobre relaciones de pareja es interesante comenzar a delinear la temática desde el inicio de la pareja. Es en este tiempo de constitución cuando se dan los procesos pilares que, si se logran mantener fuertes, darán como fruto una relación de pareja saludable.
Inicialmente en el proceso de elección de una pareja hay un impacto, una atracción que deslumbra a la persona, el sujeto siente que esa persona quizás sea la indicada como compañera de vida. Cuando ve a la persona experimenta distintas emociones, nerviosismo, no saber qué decir, sentirse paralizado, etc. Esta atracción física primaria se estabiliza cuando se da un lazo comunicacional y así se dan otros tipos de deslumbramientos que generan una cautivación en el sujeto.
Todo lo que su pareja hace o dice le parece fascinante, siente que son iguales, le atrae su forma de ser, de hablar, de pensar, su sensibilidad, su alegría, siente que esta persona lo complementa, que es perfecta, que jamás sintió algo igual y comienza a darse la creación ilusoria de un posible futuro juntos.
Este primer proceso que hemos detallado es lo que Freud ha nombrado como período de enamoramiento, el cual puede durar varios meses y contiene identificaciones e idealizaciones. Identificaciones en el hecho de creer que esa persona es igual a mi e idealización en el sentido de elevar a esa persona como portadora de todas aquellas virtudes que anhelo en mi.
Así van pasando los días, tal vez los meses e incluso los años en una pareja, y en este andar van apareciendo las diferencias. Aquello que les parecía tan maravilloso ya no lo es tanto, comienzan a darse discusiones y hasta rechazos de contacto físico; antes querían estar todo el tiempo juntos, ahora sienten que tanto contacto llega a asfixiar.
A la luz de la pareja, pareciera que de pronto todas esas cualidades angelicales se tornasen más bien terribles defectos. Estas diferencias que lograron la unión ahora podrían convertirse en el peor enemigo de la relación.
Las diferencias alimentan la relación, pero también la empañan cuando no es posible manejarlas o tolerarlas. Muchas parejas inician sus relaciones llenas de ilusiones y expectativas, entre ellas que la pareja siempre va a ser y a estar de la misma manera, pero lo que antes era un valor y un aprecio ahora se convierte en un fastidio y una obligación que va desgastando la relación conyugal.
Aquí es donde vemos caer el velo del enamoramiento y la realidad se presenta tal cual es, al aparecer las diferencias y derrumbarse las idealizaciones la pareja pasa por una etapa de reelección y revalorización del otro, se pone en la balanza si es más fuerte el amor que se siente por la persona o la desilusión de ver que no es quien se creía que era. Equilibrar la balanza es poder comprender y aceptar que el otro es diferente, que tiene defectos y virtudes y dejar de lado la idea de cambiar a la persona para que se acomode a lo que “yo” quiero que sea. Si se logra superar esta prueba la pareja se estabiliza, surgiendo así el verdadero amor que va mas allá de la atracción física, aparece el amor de pareja, se da un proceso de reelección de esa persona como aquella persona que va acompañar el camino de la vida, se plantean nuevos objetivos y se comienza una nueva etapa en el proceso de armado de la relación de pareja.
Algunas veces se intenta forzar la situación para que la pareja funcione, esto lleva a una relación tóxica, nada sana, con una base poco firme. Toda relación tiene componentes adictivos, los cuales no son malos, el problema es cuando el “te necesito” se convierte en un controlador absoluto de la pareja e impide que cada uno de lo mejor de sí.
En estos casos la persona siente que tiene que convertirse en algo que no es para estar en esa relación, no se reconoce en sus propias acciones, la relación ya no es lo que esperaba, la relación no le está dando lo que necesita sino que obtiene sólo sentimientos de infelicidad. Sin embargo sigue sosteniendo la relación aún sintiéndose incómoda; hay algo inconsciente que le impide tomar una decisión acerca del sostenimiento de la relación.
Uno de los indicadores que vemos en una relación insana es la falta de libertad, ya no se puede amar libremente al otro como es, se generan sentimientos de ambivalencia amor-odio (esto es lo que más evidencia una relación tóxica).
La forma de relacionarse que tiene cada sujeto en todos los ámbitos de su vida viene anclada a su más temprana infancia, teniendo como base las formas de relacionarse que aprendió, a partir de la pautas de apego que estableció con sus padres, concepto desarrollado fundamentalmente por John Bowlby.
Estas pautas se ven en cada una de las relaciones que establece la persona y a partir de ahí podemos desentrañar el porqué de ciertas conductas dentro de la relación y el porqué muchas veces se sostienen las relaciones tóxicas más allá de la salud mental de los integrantes.
Lo que desde la terapia psicológica se puede hacer es indagar en la historia de la pareja para saber a partir de qué base se formó esa pareja y establecer nuevas pautas para lograr, si los integrantes desean intentar salvar la relación, un nuevo comienzo partiendo de objetivos comunes y buscando la reivindicación de la vida conyugal.
Psicóloga Pamela Isabel Arriola
Mat.: 5438